"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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114. HISTORIA DE ALFONSO X EL SABIO Y LA CORTE DE LOS MAGOS

HISTORIA DE ALFONSO X EL SABIO Y LA CORTE DE LOS MAGOS Corría el año del Señor de 1252 cuando Alfonso X el Sabio accedió al trono de Castilla y León. Acababa de cumplir treinta años, pero tal vez podríamos decir que acababa de cumplir treinta desconocidos años, puesto que poco se sabe de él hasta ese momento, y eso puede tener mucho que ver con este artículo... Hasta 1240 hay pocos datos sobre dónde estuvo y con quién se formó. De él se decía que era un hombre culto, con gran sed de conocimientos y con cierta experiencia militar tras haber participado en la conquista de Murcia entre 1243 y 1246, además de en la de Jaén y Sevilla. Y es que según señala el profesor Manuel González Giménez, profesor de la Universidad de Sevilla, "ignoramos casi todo de su formación intelectual; qué maestros tuvo, qué libros estudió.". Ahora bien, ¿dónde estuvo metido en tiempos mozos? ¿Qué libros leyó y dónde los leyó? ¿Con quién aprendió cuanto aprendió? Todas estas preguntas encuentran difícil respuesta por parte de los expertos, pero he aquí que uno de los más insignes personajes de la cultura europea y alquimista de pro, Alberto Magno, parece referirse a él en su obra Libro de los minerales, pues afirma que en la década de 1240 conoció en París "al hijo del rey de Castilla". ¿Se refería a Alfonso o al infante Felipe? Para García Avilés, no hay duda: se trata de Alfonso. Y de ser así, tal vez empecemos a explicarnos el porqué de su interés por la magia, la astrología y los saberes herméticos. De hecho, y a pesar de que se podrá decir que eso fue así porque árabes y judíos eran los más preparados intelectualmente en aquella época en Castilla, los nombres de su scriptorium que han trascendido nos sitúan tras una pista inequívoca: Isaac ben Sid, Fernando de Toledo, Samuel ha-Leví, Abraham Alfaquí, Juan de Cremona, Judá ben Mosé. A ellos hay que añadir un puñado más conocidos por los expertos, pero, como afirma el profesor Jesús Montoya Martínez, "su número, comparado con la ingente producción atribuida, parece exiguo". Y en efecto, lo parece y lo es. ¿Qué iniciados iniciaron a Alfonso X el Sabio? No lo sabemos, pero debieron ser los más insignes del momento. Su sobrino, don Juan Manuel, lo dejó escrito en Crónica abreviada, puesto que refiere cómo atrajo a su corte "muchos maestros de las ciencias e de los saberes", amén de dotarles de buenos sueldos y mejores medios, reservando para ellos "muy grant espacio para estudiar las materias de que quería componer algunos libros". Y esos misteriosos maestros seguían al rey allá adonde él fuera, puesto que la corte y el scriptorium fueron itinerantes. De la producción literaria del scriptorium alfonsí sabemos mucho en lo referente a historia -La Estoria de España y la General estoria-, la poesía -Cantigas de Santa María- o la ciencia jurídica -Las Partidas-. Sin embargo, menos se sabe sobre los textos de magia, y hubo tal cantidad que difícilmente podemos hablar de todo ello en un artículo como éste. Sin embargo, vamos a ver si somos capaces de encoger para la ocasión algunos datos. A Castilla, en concreto a Toledo, habían viajado en la Edad Media diversos personajes con el propósito de aprender magia y hermetismo de los maestros árabes y hebreos. Por ejemplo, recuerda García Avilés, el inglés Daniel de Morlay, que llegó a finales de siglo XII y regresó a la pérfida Albión sabiendo mucho más que latín, según confesó en una carta al obispo de Norwich, en la que reconocía haber aprendido "la ciencia de las imágenes, la cual ha sido transmitida por el grande y universal Libro de Venus, editado por Thoz el griego". Por supuesto, ese Thoz no es otro que Hermes Trismegisto. Y ahí encontramos ya una clara mención a la "ciencia de las imágenes" que tan cara sería a Alfonso X el Sabio. Un buen ejemplo de la literatura mágica alfonsí es la traducción de la Gayat-al-hakim árabe, que hizo verter al castellano el rey sabio y que ahora es conocida como Picatrix, cuya versión original se ha atribuido a Abu Maslama al-Mayriti y se supone escrita en 1056. "El Picatrix. El fin del sabio y el mejor de los dos medios para avanzar" nos dice que la sabiduría "tiene tres específicos, que son: no crece ni disminuye; resplandece y no se apaga; es evidente para quien la mira y no se aleja. Tiene tres fuerzas comportamentales, a saber: que reprende, que disciplina y no acepta a cualquiera que la desee". También nos ofrece información sobre la magia, de la cual dice que se divide en teórica y práctica, siendo la primera "el conocimiento de las posiciones de las estrellas fijas porque su materia es el emplazamiento de los arquetipos y de cómo proyectan sus rayos sobre este planeta y de los cuerpos de la esfera celeste para procurar la existencia de lo que se quiere". Esta obra deriva del propio concepto en el que se basaba la magia de los harrarianos: "Eran adoradores de los planetas, y las descripciones que de sus templos hicieron diversos viajeros árabes dieron lugar a unas inconografías planetarias que se convertirían en canónicas en el mundo islámico". En el fondo, todo se basaba en el concepto de la simpatía entre todos los elementos de la Creación. Lo que en una parte del Universo ocurre, tiene influencia en el resto. Pero esa creencia no era nueva. Filósofos como Plotino ya lo habían advertido con otras palabras: "Los astros transmiten sus influencias por una suerte de irradiación y sin quererlo". Siendo esto así, ¿cuál ha de ser el papel del mago? Pues ni más ni menos que tratar de domeñar esas fuerzas en beneficio propio; es decir, capturar ese poder en depósitos u objetos precisos. Luego, una serie de palabras de poder o rituales harán el resto. Busquemos un ejemplo en el Picatrix de cómo se puede emplear el poder de la Luna cuando está en el signo de Escorpión y que el ya citado García Avilés subraya: "Cuando está la Luna en el decimotercer grado de Escorpión hay que ponerse en algún sitio con espeso arbolado y muchas aguas, trazar en el suelo una forma cuadrada y extender sobre ella hojas de nogal, hojas de membrillo y de aldiza que se rociarán con agua de rosas. Luego se ponen ante uno siete braseros de plata donde se coloca el áloe fresco, la resina y el olíbano que se pueda. Después hay que vestirse con ropa blanca y poner ante uno dos potes de cerámica llenos de agua y proveerse de una copita para trasvasar uno a otro por detrás de la espalda. Cada vez que se pone de uno en otro se hace también la recíproca. Después le ofreces tu sacrificio. Entonces hay que adelantarse y hacer cuatro prosternaciones diciendo en cada una: sarafiha sarafiha. Luego hay que sentarse y volver a echar áloe, olíbano y resina en los braseros. Después, hacer cuatro prosternaciones más, que entonces se ve una figura de constitución perfecta que te habla y a la que se le piden las cosas que se quieren, que se consiguen". Del mismo tono es el Libro de Astromagia, un ejemplar del cual se conserva, nos informa el profesor Avilés, en Alfonso X y la tradición de la magia astral, en la Biblioteca Vaticana y al que califica de "el más genuino representante de magia harrariana". Hay también en el texto ejemplos de cómo fabricar talismanes con la participación propicia de los astros para que el invento funcione. Veamos sólo un ejemplo, el que pretende "juntar a un amante con su amado y para que la intimidad dure: haz la figura de ambos a la hora de Júpiter, con la Cabeza ascendente, la Luna y Venus relacionados con ella o conjuntados con ella y el regente de la casa siete relacionado con el regente del ascendente por trígono o sextil. Entrelázalos y entiérralos en el sitio del amante. Este se hace también para un hombre que se apartó de su familia y se quiere que vuelva a ella". Durante muchos años, este texto fue identificado o confundido con el Picatrix. En cualquier caso, de lo que se trataba es de grabar unas imágenes de poder en anillos o piedras y, mediante sahumerios y fórmulas rituales precisas, utilizar en beneficio propio -y también en perjuicio ajeno- el poder emanado de los planetas... Apius Claudius Caecus...

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